EL CASO DEL NÚMERO DISCAPACITADO. Un relato.
El médico
que atendió al recién nacido les aseguró que habían tenido un hijo
discapacitado.
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Nunca podrá llevar una vida normal, aunque mi consejo es que busquen un colegio donde lo acepten los primeros años para que se socialice hasta donde le sea posible.
Los padres encontraron un
colegio de los llamados de integración y todas las mañanas llevaban al 6, que se pasaba el día intentando
adaptarse, sin éxito, a las costumbres de los sietes.
Por
aquellos días se dio la circunstancia de que en otra zona del Sistema Métrico
Decimal, un nueve y una nueva muy sabios tuvieron un hujo que resultó ser un 8. El médico se apresuró a decirles que
habían tenido un hijo disminuido física y psíquicamente; un discapacitado, en
fin.
Pero el nueve y la nueva no se conformaron con éste
diagnóstico y viajaron a lo largo y ancho del Sistema Métrico Decimal buscando
la opinión de doctores, filósofos y matemáticos de otras latitudes. Adoraban a
su hijo y no estaban dispuestos a hacerle llevar una vida de discapacitado sin
agotar antes todas las posibilidades.
Finalmente, el nueve y la nueva reunieron a un equipo
de eminentes doctores que procedían de todos los rincones del Sistema Métrico
Decimal.
-
¿Con quién han comparado ustedes a este 8 para llegar a la conclusión de que es subnormal? -preguntaron al médico que había realizado el primer diagnóstico.
- Con otros nueves, naturalmente, -respondió el médico con gesto de suficiencia.
-
¿Y usted no ha oido hablar de la existencia de otros números diferentes de los nueves?
-
Pues no estoy seguro… -respondió el doctor de forma evasiva.
-
Pues este número a que usted le parece un discapacitado -añadieron- es perfectamente normal. Lo que ocurre es que se trata de un 8. Lo convertirán en un discapacitado si le obligan a comportarse como un 9.
La
noticia salió en todos los periódicos del Sistema Métrico Decimal y la leyó la
siete que había tenido un hijo 6.
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Fíjate lo que dice aquí -dijo dirigiéndose a su marido-. Dice que no hay números discapacitados, sino diferentes.
A partir de ese día, aceptaron la diferencia de su hijo
6, que enseguida, al ser tratado
como un número normal, se convitió en un número normal, con capacidad para
crecer y para jugar y para madurar. De mayor, ocupó un puesto, como el resto de
los números, en el Sistema Métrico Decimal y fue todo lo dichoso que se puede
ser en esta vida
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