PARA REFLEXIONAR:
¿Diferentes docentes? ¿diferentes formas de educación?
Había una vez, un niño que iba al colegio. Era un niño muy pequeño y la escuela
era muy grande. Pero, cuando el niño vio que podía entrar a su aula directamente
desde la puerta principal, se sintió feliz. Y la escuela ya no le pareció tan
grande.
Una mañana, la maestra, dijo: — “Hoy vamos a hacer un
dibujo”.
—¡Qué bueno!, pensó el niño. Le gustaba hacer dibujos. Podía dibujar
de todo: Leones y tigres, pollos y vacas, trenes y barcos... Sacó su caja de
crayones y empezó a dibujar.
Pero, la maestra dijo: — “Esperen, no empiecen
todavía”.
Y, el niño espero a que los demás estuvieran listos.
—
“Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores”
— Qué bueno, pensó el niño.
Le gustaba hacer flores y empezó a hacer unas flores lindísimas, rojas, naranjas
y azules.
Pero la maestra dijo, — “Esperen, yo les mostraré cómo”. Y dibujó
una flor en el pizarrón. Era roja, con el tallo verde.
— “Listo, dijo la
maestra, ahora pueden empezar.
El niño miró la flor de la maestra. Después
miró su propia flor. Le gustaba más la suya que la de la maestra. Pero no lo
dijo. Simplemente, dio vuelta la hoja y dibujó una flor.
Era una flor roja, con el tallo verde...
Otro día, cuando el niño ya
había abierto la puerta de su clase, el sólito, la maestra dijo: — “Hoy vamos a
hacer algo con plastilina”.
—“Qué bien”, pensó el niño. Le gustaba la
plastilina. Podía hacer de todo: viboritas, muñecos de nieve, elefantes,
ratones, autos, camiones...
Empezó a apretar y a tironear su bola de
plastilina. Pero, la maestra dijo, — “Esperen, no empiecen todavía. Y el niño,
esperó hasta que todos estuviesen listos.
— “Ahora, dijo la maestra, vamos a
hacer un plato.”
— “Qué bueno”, pensó el niño. Le gustaba hacer platos.
Empezó a hacer platos de todas las formas y de todos los tamaños.
— “Esperen,
dijo la maestra, yo les mostraré cómo”. Y les mostró a todos cómo hacer un plato
hondo.
— “Listo, dijo la maestra, ahora pueden empezar.”
El niño miró el
plato de la maestra. Después miró los suyos. Le gustaban más los suyos que el de
la maestra, pero no lo dijo. Simplemente, volvió a formar una bola con su
plastilina e hizo un plato como el de la maestra. Era un plato hondo.
Muy
pronto, el niño aprendió a esperar y a observar; a hacer las cosas como su
maestra y muy pronto, dejó de hacer las cosas solo...Al tiempo, el niño y su
familia se mudaron a otra casa, en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra
escuela.
Esta escuela era más grande que la otra y no había una puerta
directa hasta su clase. Tenía que subir unas escaleras muy altas y caminar por
un corredor muy largo, hasta llegar a su aula. El primer día de clases en la
nueva escuela, la maestra dijo: - “Hoy vamos a hacer un dibujo.”
— “Qué
bueno”, pensó el niño. Y esperó a que la maestra le dijera que tenía que hacer.
Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba por el aula.
— Cuando llegó hasta
el niño, le preguntó: — “¿No te gusta dibujar?”.
— “Sí, dijo el niño, ¿qué
tengo que dibujar?”.
— “No lo sé, hasta que no lo hagas”, dijo la
maestra.
— “Pero, ¿cómo lo hago?”, preguntó el niño.
— “Bueno, como
quieras”, dijo la maestra.
— “Y, ¿de qué color?, preguntó el niño.
—
“Cualquier color, dijo la maestra, si todos hicieran el mismo dibujo y usaran
los mismos colores, ¿cómo sabría quién hizo cada cosa y cuál es cuál?”:
— “No
lo sé”, dijo el niño. Y empezó a dibujar flores rojas, naranjas y azules y
leones y tigres y pollos y vacas y trenes y barcos...
Le gustaba la nueva
escuela, pese a que no tenía una puerta directa a su clase.
Adaptación
del cuento “EL NIÑO” de Helen Buckley
Fuente:www.islaeducativa.com
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